Omar Rodríguez-López, como un verdadero superhéroe del rock, tiene una doble identidad: algunos días es el líder de Mars Volta y otros, el guitarrista de At The Drive-In, grupo hardcore de los ‘90 que regresó a los escenarios después de 11 años desactivado. De las cenizas de este proyecto armó su grupo actual, llevándose a Cedric Bixler-Zavala como cantante. Con 6 discos progresivos y experimentales (el último se llama “Noctourniquet”) se convirtieron en una de las bandas más elogiadas de la década pasada, con shows psicodélicos y explosivos. “Mars Volta es mi bebé, es el proyecto que empecé para expresarme. Entiendo que el grupo tiene guitarras y demás, pero nunca lo pensé como un grupo de rock”, asegura, tras terminar de tocar en el festival Opean Air St. Gallen.
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-¿Como hay que tomar a “Noctourniquet”?
-Es el fin de una etapa, es el último donde voy a ser el dictador del grupo, el que escribe y manda, de ahora en adelante quiero hacer discos más colaborativos con opiniones de todos los músicos y que se involucren más, como un grupo normal (risas).
-¿Cómo fue el proceso de grabación?
-Fue igual que los anteriores: grabé todas las canciones y se las di a los músicos para que aprendieran sus partes, las grabaron y le pasé el disco terminado a Cedric para que lo escuchara y escribiera sus letras. Entonces las escribió, las grabó y ahi terminó la producción. Después mezclé todo y terminamos. Por eso digo que va a ser el último con ese proceso… ¡Gracias a Dios!
-¿Cómo estás viviendo el regreso de At The Drive-In?
-Es nostalgia pura, como una reunión de escuela. Son cosas que hice cuando era un chamaquito con amigos míos que tenía en ese entonces en El Paso. Pero la persona que hizo esa música ya no existe, era otro yo. Fue hace 11 años: si lo piensas, hasta mi piel es diferente, porque un ser humano cambia de piel cada 7 años. Ahora es otra época, se me hace divertido, pero no es mi momento actual. Son canciones viejas que estamos disfrutando de otra manera, mucho más ligero.
-¿Qué respuesta tuvieron del público?
-Yo esperaba que fuera gente de mi edad, que vieron al grupo antes y querían volver a verlo ahora, pero la mayoría era gente joven que nunca nos habían visto. Eso me sorprendió mucho, aunque sea totalmente lógico. Ir y tocar y ver gente tan joven, era como pensar: “¡Dios mío, estoy tocando música de niño!” (risas). La nostalgia es algo muy impresionante. Tocás dos acordes de una canción y te acuerdas exactamente dónde estabas cuando la grabaste, qué estabas haciendo, los olores… Todo regresa y sale de la mente inconscientemente, es algo muy interesante.
-¿Cómo te manejás con la agenda de ambos?
-Es fácil porque, como Mars Volta es el grupo actual, ahí agendamos todo lo que queremos hacer con el nuevo disco, y entremedio incluimos shows de At The Drive-In. Normalmente cuando un grupo vuelve el objetivo es explotar la situación, porque te están pagando, y hacer un montón de conciertos por todo el mundo. Yo, por mi parte, les dije a mis compañeros que eso no me interesaba, que quería ganar dinero y todo eso, pero no estar tocando esa música todo el tiempo. Entonces propuse ir a lugares donde nos gusten mucho, pasarla bien, comer rico y tener espacio. Decidimos hacer 5 presentaciones: Coachella, un show en España, uno en Japón, uno en Australia y uno en Inglaterra.
-¿Tienen planes para Latinoamérica?
-No sé, no lo hemos hablado. El dinero manda: cuando llegan propuestas y ven que el dinero de México es más bajo que el de Inglaterra, influye. Esa es la realidad.
-¿Cómo te definirías como artista?
-Como un nada. Me gustaria ser nada para así poder hacer todo. El arte para mí es todo. En los tiempos antiguos sólo significaba un talento pero después llegó la burguesía y se empezó a considerar como algo fino, sea escribir, tocar o pintar. Y no es así: si uno es futbolista y sabe manejar la pelota con los pies es un arte también. O construir un edificio. Yo no me quiero definir como nada porque quiero hacer de todo, me interesa todo.
-Si no hubieses sido músico, ¿qué hubieras sido?
-Hubiese sido un chef muy bravo. Me fascina la cocina, me encanta cocinar, aunque no tengo información técnica, mezclo los sabores a mi antojo. Nunca pensé en eso como una vocación porque en mi familia todos son músicos. Me cayó encima una carrera de guitarrista pero realmente me encantaría ser un gran chef.